Miquel Silvestre prosigue recorriendo la cordillera del Altai en Mongolia y debe superar numerosas dificultades debido a lo maltrecho de las carreteras mongolas.
Miquel Silvestre recorre un territorio desolado y solitario donde se suceden los tramos en mal estado y con la sola compañía de cabras, caballos y camellos. Al final del día, la Nada rodea al viajero que pernocta rodeado de estepa infinita.
Miquel Silvestre se dispone a dormir de vivac en el páramo y se prepara una frugal cena. A la mañana siguiente despertará dentro de la tienda de campaña y deberá afrontar una dura etapa de senderos embarrados, polvo y piedras. Perdido en mitad de la desolación buscará desesperadamente un lugar ha...
Miquel Silvestre tiene que superar numerosas dificultades para encontrar la dirección correcta, algo de combustible o incluso comer y beber porque Mongolia se revela con un inmenso país desolado donde resulta difícil viajar en moto porque el asfalto desaparece.