Miquel Silvestre está en la región siberiana del Altaï. Recorre una de las carreteras más bellas del mundo: la Chuya Highway, construida en los años 30 del siglo XX por prisioneros políticos para superar una cordillera y unir el nuevo imperio ruso soviético con el estado comunista de Mongolia. Pero casi en la frontera, sucederá una catástrofe que comprometerá el final del viaje.
Miquel Silvestre cruza la frontera de Mongolia y descubre un país extraordinario. Paisajes asombrosos y carreteras atroces. Una familia de mongoles le acoge en su humilde morada y allí se reencuentra con la hospitalidad tradicional de las gentes más sencillas.
Miquel Silvestre penetra en Mongolia a través de interminables rectas que surcan una estepa interminable donde su única compañía son los caballos, camellos, cabras y algunos pocos seres humanos. El recorrido está salpicado de tramos en obras y estupas del budismo tibetano, la religión tradicional...
Miquel Silvestre se enfrenta a un universo muy peculiar en Mongolia, donde incluso conseguir una ducha puede suponer una curiosa experiencia y acabar cantando en un karaoke improvisado dentro del teatro popular de un pueblo perdido en la estepa.